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Nadie libera a nadie, ni nadie se libera sólo. Las personas se liberan en comunión.

lunes, 20 de octubre de 2008

HACE FALTA TODA UNA ALDEA…

Los jóvenes que hoy en día gozan de un nivel socioeconómico bajo están a todas luces en situación de desventaja dentro del ámbito educativo. Tal es así, que tres de cada cuatro jóvenes en ésta posición socioeconómica no terminan la escuela secundaria. Las carencias de recursos y formación que padecen, en múltiples ocasiones, hacen que se vean abocados a la marginación social.
Así pues, el colegio de infantil y primaria del Goro, ubicado en la zona costera de Telde, a través de los profesionales que intervienen en el centro (Orientadora, Trabajadora Social y Logopeda) comenzaron a vislumbrar desde el curso 2000/01 indicadores evidentes de situaciones problemáticas que empezaban a gestarse en el barrio y que, quienes más lo padecían eran los/as menores. Contemplaron la necesidad de articular intervenciones preventivas no sólo por los altos costes de la atención y la asistencia, sino por la ineficacia de este nivel de intervención si no se complementaba con la prevención y la promoción.
El diagnóstico era evidente, pues en el barrio abundaban familias con un nivel socioeconómico bajo y dado que existe una estrecha correlación entre el éxito académico y el origen social, un alto porcentaje del fracaso escolar deriva del capital económico, cultural y social del que dispone la familia. Además, el surgimiento en la zona de nuevos modelos familiares, ha otorgado como único agente socializador para muchos niños-as y jóvenes el grupo de iguales; basado en los valores culturales predominantes procedentes de los medios de comunicación de masas que fortalecen el individualismo, la competitividad, el consumo así como las actitudes y conductas violentas. A la par, el Sistema Educativo se encuentra inmerso en la paradoja de formar para el sistema productivo y en valores. Y entretanto, la sociedad acostumbra a descargar la responsabilidad absoluta de la educación sobre el profesorado, siendo obvio que esto no se sostiene en sí mismo y que no podemos culpabilizar a los educadores.
Ahora bien, consideraron que el modelo preventivo actual, ha estado ligado a lo que se ha dado en llamar prevención específica, que sin duda hoy, sin la existencia de marcos globales de actuación, se asemeja más la asistencia que a la prevención. Prevenir, es decir, tomar las medidas precisas para evitar y/o remediar un mal, implica actuar desde lo importante a la vez que lo urgente. En las dinámicas de intervención de los EOEPs se corre el riesgo permanente de abordar solo situaciones urgentes, enfrentándose a los complejos problemas de esta realidad socio-educativa en constante cambio mediante viejos esquemas con resultados de sobra conocidos.
Todo ello puso en marcha un programa socio-educativo de intervención preventivo desde una perspectiva comunitaria, pues en un barrio con menores y familias en riesgo, qué sentido tiene si no se trabaja en la calle, si no hay coordinación de recursos, si no hay un trabajo con la familia y la escuela,… Dice un antiguo proverbio africano que hace falta toda una aldea para educar a un niño y es un hecho cierto que, cada vez más, todos somos responsables de la educación de los niñas-os que se forman en nuestro grupo social. Solicitando la participación periódica y el compromiso educativo desde representantes de todas las esferas de la comunidad (incluso políticas), ya sea desde la salud, las asociaciones vecinales y religiosas, empresarios de la zona,…siendo éstos últimos reacios a participar a pesar de las constantes invitaciones. No obstante, los resultados obtenidos en dos años de actividad han sido bastante positivos de cara a recuperar la función educativa. Los profesores se han formado durante la práctica y los niños-as así como la comunidad tienen una perspectiva más grata respecto a la educación, menguando el fracaso escolar y las desigualdades sociales.
Sin embargo, son muchos los frentes que hay que atacar para combatir efectivamente el problema de exclusión social que suponen familias y jóvenes en situación de riesgo. Se puede tachar de utópicos a quienes luchan desde distintos ámbitos para erradicarla y en ellos-as depositamos la esperanza. Para ello, invitar a todos-as a seguir transitando por el borroso territorio de los sueños, territorio no sólo de ilusos sino de inconformistas que anhelan un espacio digno para todos los seres humanos.

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