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Nadie libera a nadie, ni nadie se libera sólo. Las personas se liberan en comunión.

domingo, 23 de noviembre de 2008

LAS DOS MÁSCARAS DE LA VERDAD.


L@s estudiantes, sobre todo universitari@s, debido al avance sufrido en la competencia crítica estamos cansados de padecer la pobreza humana en las aulas a partir de la incoherencia y la paradoja. Porque somos seres racionales y libres que nos comunicamos y tenemos voz, es de imperiosa necesidad manifestarnos en éste aspecto.

Se supone que las aulas que pueblan las universidades son los cimientos para edificar el espíritu crítico en el cual tenemos que participar activamente. Los-as profesores-as ya juzgan nuestras capacidades, destrezas y conocimientos a través de diferentes métodos de evaluación. Hemos de decir que estamos cansados de entrar en la aulas para ver una única máscara de la verdad mientras la otra se oculta no sabemos dónde.

Es cierto que hay algunos-as profesores-as que deciden impartir sus clases de la manera más objetiva posible. Así pues, nos sentimos aliviados y cómodos en cuanto sabiamente han considerando que el espíritu crítico y la libertad de pensamiento son tareas muy complicadas de sembrar en terrenos educativos, ya que para lograrlo es preciso dar a mostrar todo el abanico de opciones posibles. Consecuentemente han decidido escuchar y dejar pensar, hablar, opinar, diferir, incidir,... de forma libre sin pecar de coartar, adoctrinar, limitar, reducir, encasillar,…A esos-as locamente sanos-as que brillan por sí mismos en cuanto nos valoran y respetan, rabiosamente premiarlos con millones de margaritas blancas.

Por otro lado nos topamos con intelectuales que nada más entrar al aula se definen públicamente como marxistas. No obstante, en virtud de su terminología ideológica, no cabe la menor duda de que su estatus más que pertenecer al oprimido tiene cabida en la burguesía. Hablan en sus magistrales clases del espíritu crítico con un desajuste impermeable que nos atrinchera en su color ideológico. Presumen y difunden sus transformadoras ideas progresistas que esconden una realidad basada en ideas selladas, únicas y estáticas que articulan una concepción fundamentalista. Hay que comprender que la educación es una obra de arte humana que se moldea en el tiempo por plurales y colectivas manos alfareras a través de la participación activa. Es de merecer que hagan uso de su libertad de cátedra en cambio también, que confluya junto con la diversidad ideológica apoyada en los principios de una la ley fundamental y constitucional como la libertad de expresión. No se trata de usar la educación para configurar ciudadanos pasivos al antojo de unos pocos-as desplazando su propia producción de ideas al olvido. Así, por lo tanto obligar a un alumn@ a rectificar públicamente su opinión personal mediante perseverantes insistencias no forma parte del buen hacer de los-as educadores-as. Es más aún radical, cuando sin tapujos exponen el modelo cubano en lo idílico porque el acceso a la educación es imperativamente público. Sin embargo, no dicen tan abiertamente lo que se esconde tras la cortina de humo. Pues, esconde como el colectivo de estudiantes universitarios cubanos tienen que pagarle al Estado con fatigosas e interminables horas trabajando como guajiros. Que la formación –y no hablemos de los recursos que se utilizan- que se ofrece, está en múltiples ocasiones, obsoleta, descontextualizada y sesgada ideológicamente. Más aún, que han asesinado y condenado al exilio a un gran colectivo de intelectuales que no comulgan con lo estipulado en el Estado. Y peor todavía, no tiene libertad ni para elegir lo que comen y encima, algunos profesores se ratifican en estar de acuerdo en cuanto dicen que no toman leche porque es malo para un varón adulto, pero seguramente que en sus tertulias no se privan de un buen trozo de queso majorero, un buen postre casero elaborado con leche o un buen trozo de carne. Profesores-as que se permiten el lujo de defender la escuela pública a toda ultranza y al tiempo, por casualidad, te enteras de que tiene a sus hijos-as estudiando en un colegio concertado o privado. ¿Cómo vamos a creer en lo que dicen si no son reales?. También hay profesores que entran cada mañana creyéndose que son Platón y que el aula es Grecia. Creen tener todo el derecho a tratarnos con inferioridad, a desvalorizar nuestras aportaciones e incluso ridiculizarnos en público. Personas–Freire les debería de dar una lección- que creen que somos mocosos afortunados y que por tanto, no tenemos nada novedoso que aportar. Y los que critican el método expositivo y memorístico de enseñanza y lo utilizan continuamente. Y por último, ya no hablemos de las profesoras que a todas luces se declaran feministas y están en la delgada línea entre feminismo y hembrismo, no siendo conscientes que la revolución intelectual femenina incluye a todas las personas (mujeres y hombres).

Manifestar que ya estamos cansados de padecer las dos máscaras de la verdad que paulatinamente van minando nuestros sueños. Deseamos, en régimen de libertad, poder opinar acertada y/o equivocadamente, creer en personas reales que respeten y valoren nuestras aportaciones, en utopías e incluso en estupideces para poder construir nuestro perfil profesional y personal.

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